¿Dónde está mi empresa en este momento temporal (de cierre o de inicio del año, por ejemplo)? ¿Dónde hemos trabajado hasta este momento? Los resultados que vemos, ¿son causados por nosotros o a pesar de nosotros? ¿Quiénes han sido nuestros clientes, quienes nuestros socios y quiénes nuestra competencia? ¿Cuál fue/es la situación socioeconómica?…
Estas podrían ser algunas de las preguntas desde las que perfilar nuestro ‘momento empresarial’ actual. Desde el cuál reflexionar, establecer objetivos y actuar.
Momento es una de esas palabras que utilizamos continuamente. Y así, sin fijarnos en ello, llenamos un contexto de significados, a veces diferentes. ¿Verdad?
Echando mano de nuestro amigo el diccionario de la Real Academia Española, para el término momento encontramos entre otros los siguientes significados:
- Porción de tiempo muy breve.
- Lapso de tiempo más o menos largo que se singulariza por cualquier circunstancia.
- Oportunidad, ocasión propicia.
- Cualquier tiempo considerado como actual o presente.
- Importancia, peso, trascendencia.
- [Fís.] Cantidad de movimiento.
Por tanto, cuando hacemos alusión a momento” igual podemos estar hablando de un periodo de tiempo breve (casi instantáneo), que de un lapso más largo que tiene relevancia por alguna circunstancia, suceso u ocasión. O de un momento temporal, actual/presente, que a la vez encadena un pasado y un futuro. E incluso de un vector que relaciona la masa de un móvil con su velocidad.
Una expresión habitual
Sorprendente, ¿verdad? Así, nos encontramos en artículos, escritos, blogs, páginas web, conferencias… expresiones como ‘momento empresarial’. Que no pocas veces se pueden prestar a interpretaciones, dada la diferente percepción de los receptores del mensaje. Aunque estemos hablando dentro de un contexto de referencia similar para todos ellos.
De hecho, ‘momento empresarial’ puede hacer referencia a:
- La relación entre nuestra empresa, con toda su masa crítica, y la velocidad en que nos estamos moviendo en el mercado (o con respecto al mercado).
- Ubicación transcendente, perspicaz o –quizá– crítica, desde la cual nos proyectamos hacia un futuro, o en la que estamos experimentando un presente no elegido.
- El cierre de un año, el inicio del próximo, la celebración de…
- La oportunidad propicia que estábamos esperando.
- Una transición instantánea de nuestra situación empresarial, que se cierra (o se abre) para dar paso a otra cosa, para coger aire, para seguir, variar, o parar el ritmo/rumbo actual.
- Y algunas más, claro.
Podemos decir, entonces, que entender y reconocer el ‘momento empresarial’ (de cualquier empresa) requiere pararse a reflexionar. Detenerse para contextualizarlo, referenciarlo temporal y espacialmente y explicarlo desde aquí a todos los que hayan de contribuir a la consolidación o al cambio de aquel.
Es decir, para cada empresa, encontramos un “mapa” de ‘momentos empresariales’, cuyas ubicaciones serán consecuencia de un resultado concreto y un tiempo determinado. Más o menos, según lo vemos en la siguiente figura.
¿Cómo se dibuja la relación entre estos tres elementos? Resulta evidente, por un lado, que no podemos influir sobre el tiempo. Una vez delimitado el marco temporal en el que queremos “jugar”, su evolución ya no depende de nosotros. Como mucho, podemos remarcarlo de nuevo, pero esto ya implicaría un ‘momento empresarial’ diferente.
Desmontando el momento
Por otro lado, los resultados son consecuencia de lo que hagamos o no hagamos en ese marco temporal elegido, actuando o no sobre el contexto en el que decidimos jugar. Con tales premisas, nos queda como posibilidad de trabajo actuar sobre el contexto, buscando contextualizarlo según nuestros intereses.
¿Podemos hacer esto? ¿Cuáles son los elementos que configuran el contexto?… A nuestro entender, encontramos los tres siguientes:
- Elementos externos. Entre los que ubicamos a los clientes, los competidores, las legislaciones y reglamentaciones, el entorno socioeconómico, etcétera. Es decir, elementos sobre los que, a priori, no tenemos capacidad de mover o cambiar, salvo que consigamos influirles.
- Elementos internos, que diferenciamos a su vez en dos áreas:
- –Las aptitudes. Aquello que hemos aprehendido y optimizado con el tiempo y la experiencia, y que forman parte de nuestro conocer y saber hacer.
- –Las actitudes. Todo lo que nos marca las normas con las que vamos a jugar, y que influye en nuestra posible exclusividad cuando “saltamos a la arena”.
- Las conversaciones. Entendiendo por tales las relaciones comunicacionales (acciones, transmisiones, participantes, medios…) que permiten ajustar los elementos internos de forma que, influyendo en los externos, alcancemos los resultados deseados y previstos preferentemente.
Recoger con detalle y acierto los tres elementos que conforman el contexto, que vemos en la figura de aquí encima, nos permite obtener la información de partida para avanzar hacia el entendimiento.
Y sobre todo, nos acerca al conocimiento del ‘momento empresarial’ presente (desde el que llegaremos a las fases de conocimiento y sabiduría en la 2ª parte de este artículo).
Carlos Duarte es director en CommSense y Grupo Psico. Su dilatada experiencia profesional, así como su vasta y heterogénea formación, le capacitan para abordar con éxito cualquier necesidad de consultoría, de formación, y/o de perfeccionamiento profesional y personal (coaching), tanto de forma individual como con equipos de trabajo.