Hipócrates advertía a quienes iban a convertirse en galenos que «el arte es largo; la vida, breve; la ocasión, fugitiva; la experiencia, incierta; y el juicio, difícil». Si a todos nos convendría reflexionar de tanto en tanto sobre este profundo pensamiento; con mucho más motivo debieran recapacitar acerca de semejante cantidad de información, en tan escueto aforismo, quienes a diario aspiran a dirigir equipos por derecho propio en un entorno cada vez más competitivo.
Ser un líder en el mundo de la empresa, liderar toda clase de equipos, liderazgo emocional… Aunque nunca ha perdido relevancia entre los expertos en management, sí es cierto que en los últimos años ha vuelto a cobrar protagonismo el perfil del líder como pilar básico de cualquier equipo de trabajo motivado, unido y sobre todo productivo para su organización.
Y dentro de ese «retrato-robot» las cualidades más relevantes varían de uno a otro gurú. Lo cierto es que repasándolas todas, para liderar de manera efectiva es preciso alcanzar el equilibrio y trabajar todas las habilidades clave.
Liderar «con alma»
Pero no te limites a repasarlas y a ponerles en práctica «sin alma», como si se tratase de las frías anotaciones de Napoleón a El Príncipe, de Maquiavelo. Esta es la primera parte de las 10 cualidades/competencias que en Commsense valoramos más importantes, más allá de las grandilocuentes: adaptación al cambio, visión estratégica… que nos parecen sumamente manidas:
- Saber escuchar. Y es que cuando empatizas y escuchas a alguien con atención, esto es, estando de verdad presente –y no solo haciendo ver que escuchas–, en realidad le estás enviando el doble mensaje de que es importante dentro del equipo y no solo respetas su opinión, sino que la tienes en cuenta. Por supuesto, escuchar no es fácil; se trata de una cualidad que hay que entrenar.Escuchar genera no pocos beneficios: por un lado, consigues más información y de diferentes fuentes, y por lo tanto eres más consciente para poder tomar mejores decisiones (si se pudiesen contabilizar los estragos causados por la inconsciencia…).Por otro, lograrás un mayor aprecio y por lo tanto un mayor respeto como líder por parte de quien se siente escuchado. Y no solo eso, sino que aumentarás la energía de ese miembro del equipo y reducirás su nivel de estrés en beneficio del grupo.
- Soportar el estrés. O dicho de otro modo: mantener la calma, porque liderar una organización expone a quien lo hace a agentes estresores, en mayor medida que al resto de sus integrantes, dado que el líder ha de ofrecer respuesta a gran cantidad de preguntas, y tomar decisiones que afectan, por lo general, a cierto número de personas.Por eso es más probable sufrir mayor tensión: debido a la exigencia y la responsabilidad del cargo. De hecho, no sentir esa presión es todo un síntoma: puede que no te preocupen los demás, y por tanto quizá tampoco seas el líder que crees.Cuando una/un líder se estresa, su salud física y psicológica sufren, y esa tensión se transmite al resto del equipo, lo que a su vez lleva a tomar peores decisiones. Por tanto, la efectividad de una/un líder muy estresado pueden ser realmente catastróficos, dado que afectan a toda la organización, y si quien lidera actúa –a menudo sin ser consciente– de intérprete de la realidad, el resto ve que está tensa/o, y las neuronas espejo hacen el resto: esa angustia se va contagiando a todos.
- Prudencia y arrojo, a partes iguales. El coraje nos permite entrar en una competición arriesgada, a pesar del miedo a fracasar; la cautela nos facilita el análisis de la envergadura de esa empresa, para poder valorar los posibles riesgos por adelantado. La prudencia es la parte “inteligente” del arrojo. Por eso ser valiente merece la pena, pero ser cauto nos salva de desastres de los que sea difícil levantarnos.Para liderar es preciso conjugar ambas cualidades: el arrojo para dar el primer paso y la prudencia para no quemar las naves en batallas pírricas. La historia del capitalismo está plagada de ejemplos de líderes excesivamente valientes, que sin embargo han llevado a su gente al desastre, y de factótums cobardes, cuya inactividad ha impedido que su empresa llegase a más… o incluso acabase por desaparecer.
- Tener (y cumplirla) palabra. O dicho de otro modo, llevar a efecto lo prometido. Dicen de la confianza que cuesta mucho conseguirla, pero es muy sencillo perderla. Por eso mismo, dado que la confianza y el compromiso son dos de los valores más potentes que pueden motivar a un equipo de trabajo, ambos deben empezar y concluir por quien lo lidera.Y la forma más sencilla de generar confianza en el equipo es cumplir con lo que dicho. Lo contrario crea desafección, desconfianza. Y sin duda alguna destruye el compromiso, porque ¿para qué comprometerse, si nadie cumple con lo prometido? Es la base de la actual falta de interés por la política: nunca se miente tanto como antes de unas elecciones. Bueno, tal vez durante un conflicto bélico y después de una cacería…De hecho, no cumplir los compromisos puede llegar a generar resentimiento, frustración e incluso el abandono –si no físico, desde luego sí que psicológico– del equipo. De ahí que quien lidera deba calibrar con mesura aquello que promete, y cuando lo hace ser consciente de que debe llevarlo a cabo.
- Animar e inspirar. Un aforismo genial del abogado y profesor universitario William Arthur Ward reza:
«Adúlame, y puede que no te crea/Critícame, y tal vez no me guste/Ignórame, y lo mejor no te perdono/Anímame, y nunca te olvidaré». Y es que cuando animas a alguien le estás dando vida, le proporcionas energía, le aportas valor, impulso…Un líder debe ser capaz de animar, de ser –como se dice a menudo ahora– “fan” de los miembros de su equipo; porque gran parte de la fuerza y del ímpetu del colectivo procede de esta confianza y admiración del líder por cada uno de los miembros de su equipo.Pero también es importante inspiras a alguien, porque se le «da aire”, para que respire, para que vuele, para que se proyecte por encima de lo que es y siente en ese momento. De ahí que liderar conlleve animar e inspirar: de lo contrario, a su organización le faltará el impulso para avanzar y transformar.
La semana próxima continuamos la enumeración de las 10 cualidades/competencias que ha de reunir el perfil de quien aspira a liderar cualquier equipo de trabajo motivado, unido y sobre todo productivo para su organización.
Carlos Duarte es director en CommSense y Grupo Psico. Su dilatada experiencia profesional, así como su vasta y heterogénea formación, le capacitan para abordar con éxito cualquier necesidad de consultoría, de formación, y/o de perfeccionamiento profesional y personal (coaching), tanto de forma individual como con equipos de trabajo.